Descripción
Los distintos actores del medio montañoso se enfrentan a numerosas dificultades para cohabitar entre sí y con la fauna cuyo territorio comparten. Gracias al éxito de las campañas de protección y conservación, las zonas rurales tienen que hacer frente a nuevos retos en materia de biodiversidad, como el regreso de depredadores como el lobo.
Como gran depredador, el lobo desempeña un papel importante en el ecosistema. Ayuda a dispersar los rebaños de sus presas, que se distribuyen así de forma más homogénea por el territorio, lo que frena, entre otras consecuencias, la destrucción localizada de la vegetación y las masas forestales, así como la transmisión de epizootias entre sus presas. Además, cuando dejan cadáveres, contribuyen a la alimentación de toda una serie de otros mamíferos (zorro rojo, armiño, etc.) y aves (arrendajos, carboneros, buitres, quebrantahuesos, etc.), lo que es especialmente importante, sobre todo en invierno.
Las repercusiones socioeconómicas y psicológicas de la depredación de los animales domésticos son importantes y deben contar con el apoyo de los distintos agentes de la sociedad. Tanto más cuanto que los medios de protección de los rebaños implican nuevas limitaciones en un territorio compartido entre diferentes usuarios.